La vibración universal de Barradas
Por Alejandra Waltes
27 octubre, 2025
La exposición “Barradas – Acuarelas en vibración” se puede visitar en la Sala 1 del MNAV (Museo Nacional de Artes Visuales) hasta el 9 de noviembre. Este conjunto de obras es una gran oportunidad de acercarnos al “universo vibracionista del artista, una de las estéticas más singulares de las vanguardias históricas, y recupera la vitalidad de sus exploraciones plásticas, literarias y escénicas. Barradas fue difusor de sus propios “ismos”, entre ellos el vibracionismo, lenguaje que define gran parte de su práctica artística en los años veinte. Pintor, ilustrador, escenógrafo y poeta visual, supo captar el espíritu de su época en sintonía con las vanguardias europeas. Su obra está marcada por la experimentación constante y por el frenesí creativo de cafés, tertulias y calles.” (Texto curatorial de María Eugenia Grau)
Vibracionismo. Este movimiento tiene su origen en Barcelona, a partir de un encuentro entre Rafael Barradas y Joaquín Torres García. En pleno auge de las vanguardias, las que más sorprenden e influirían sobre Barradas serán el cubismo, el orfismo y fundamentalmente el futurismo. La diferencia fundamental entre el vibracionismo y el futurismo italiano es temática: en Barradas el interés está puesto en el movimiento frenético y lleno de fuerza vital de la gran ciudad. Cada escena urbana (en las calles, en los bares, en el puerto) se ve fragmentada y la multiplicidad y la simultaneidad de imágenes genera la ilusión del movimiento. El nombre “vibracionismo” también proviene de la influencia futurista. Los futuristas decían que todo se mueve, todo corre, todo se transforma rápidamente, y llamaban a esto la “vibración universal”.
Rafael Barradas nacido cómo Rafael Pérez Giménez (Montevideo, 1890- Montevideo, 1925), hijo del pintor español Antonio Pérez Barradas, se familiarizó desde muy temprana edad con las artes plásticas. Si bien no se le conoce un aprendizaje formal, Barradas comenzó su carrera artística dedicándose a la caricatura y a la gráfica de humor en diarios y revistas. Sus estudios de dibujo los realiza “del natural”, en los cafés donde solía permanecer largo tiempo, generalmente acompañado por hombres del teatro, la poesía y el periodismo (por ej. José Pedro Bellán, Florencio Sánchez, del dandy Roberto de las Carreras). Fundó su propia revista, “El Monigote”, publicación satírica sobre el ambiente cultural uruguayo.
Según Gabriel Peluffo Linari, las características de sus caricaturas (la inclinación hacia un dibujo instantáneo y las pinceladas fugaces) continuarán formando parte de su pintura a futuro. En 1912 realiza una exposición de acuarelas junto a Guillermo Laborde y hacia fin de año realiza una exposición de caricaturas. Al año siguiente, con 23 años, Barradas viaja a Europa, llegando primero a Génova pasando por Milán, París y Suiza antes de establecerse en Barcelona. Su pasaje por Italia le permitió entrar en contacto con el futurismo, pero será recién en Barcelona en donde logrará alcanzar su madurez como pintor, hacia 1917, al concretar su propuesta artística personal, el vibracionismo. Durante su estancia en Barcelona se vincula con Joaquín Torres García y exponen juntos en la Galería Dalmau. Tanto a Barradas como a Torres García los unió una gran amistad. Este último destacó su figura, su inagotable imaginación, los mundos que supo descubrir.
Barradas concebía una pintura dinámica que incluía el aspecto plástico relativo a las cosas, las calidades, los sonidos, los ruidos, el carácter. Cuando en 1918 Barradas envía sus cuadros a las Galerías Layetanas, los califica como “vibracionistas”. Tienen del Impresionismo la ligereza de la factura, la vivacidad de la pincelada y la utilización del color buscando la luz. Del futurismo toman la abstracción y la interacción dinámica. Todo en un conjunto espontáneo que muestra una visión animada y actual de la realidad donde se mueven números, letreros y signos que captan el caos de la urbe contemporánea.
Colabora con distintas editoriales ilustrando libros para niños, volúmenes poéticos y realizando trabajos humorísticos. Hacia 1920 proyecta juguetes para la Casa Pagés, envía colaboraciones a Barcelona, expone en la Galería Mateu, y trabaja incansablemente como escenógrafo realizando afiches y figurines para el Teatro de Arte que funciona en el “Eslava” madrileño. Mientras ilustra ediciones de Dickens, Dumas, Musset, Lope de Vega, incursiona personalmente en la poesía, expone óleos en el Ateneo de Madrid y diseña trajes para “El maleficio de la mariposa” de García Lorca.
En 1923, en Luco de Jiloca, incursiona en una búsqueda más realista e inicia su serie denominada por él como «Los Magníficos», representando a personajes populares. Regresa a Madrid en 1924, trabajando para la editorial Espasa Calpe y para la Revista de Occidente. Un año más tarde una serie de marinas y acuarelas son el testimonio de su pasaje por San Juan de Luz. Recibe el premio Grand Prix en la categoría teatro en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales de París. Se muda a Hospitalet de Llobregat, Barcelona, donde realiza una serie de paisajes de la localidad y es frecuentado por intelectuales y artistas. Ya enfermo retorna a Montevideo donde es homenajeado en el Teatro Solís.
(Datos extraídos de “Rafael Barradas, una pintura dinámica”. María Arismendi. Diario La R. Grupo R Multimedio. Marzo de 2025 y de blanes.montevideo.gub.uy)



