por Joaquín Aroztegui, Juan Mastromateo y Jacinto dos Santos

Raúl Rijo
Por Joaquín Aroztegui

Cuando instalamos, con María Esther, la librería en Las Piedras, a fines de la dura década del setenta, se me brindó la oportunidad de conocer a algunas personas que pasarían a ser parte de los afectos permanentes. Uno de ellos fue Raúl Rijo.

Voy a dedicar algunas líneas a Raúl pintor – grabador, pero eso me lleva a asumir una actitud de análisis y reflexión.

Permítaseme antes expresarme en forma emotiva: referirme al amigo, a la persona de confianza, sólido en sus juicios, generoso y solidario, así como tan fuerte para asumir la gravedad de algunos hechos, como frágil y humilde frente a grises cotidianos.

Quien bien le conoce, inevitablemente le quiere, lo inscribe en su mundo de afectos.

La generosidad de Raúl puso a disposición de sus amigos un amplio espacio en el fondo de su casa, para taller conjunto, para trabajar y dar clases. Fue un año rico en intercambios y crecimiento artístico. Él concurría al Taller de Ramos y de allí volvía cargado de propuestas. Nelson le hizo asumir –como un descubrimiento- su amor por los materiales. Raúl ya lo tenía desde su taller de marquería, pero quizás aún no lo había incorporado a su conciencia artística.

Compartimos ese diálogo con la materia –de maneras diferentes por supuesto- con las telas, los papeles, los diferentes tipos de pintura (una cosa es el agua de la acuarela, la contundencia untuosa del acrílico y otra la cualidad pastosa del óleo). Pero finalmente los dos hemos terminado rendidos ante la riqueza pródiga de la madera y la magia del grabado; Raúl con un trabajo, minucioso de los grises, con una técnica paciente, heredada de Leonilda, que le permite elaborar esas complejas composiciones preciosistas.

Joaquín Aroztegui.

Raúl Rijo
Por Juan Mastromatteo.

 

Tengo recuerdos de Raúl desde mediados de la década del sesenta.
Uno de estos recuerdos es muy preciso y llega a mi memoria cargado de afecto y reconocimiento. De paso hacia el liceo solía detenerme en la vidriera de su juguetería ubicada en la esquina de F. Espínola y Gral. Flores, atraído por unas láminas de paisajes cargados de colores y muy bien enmarcadas. Aquello era una fiesta para mis ojos y que alegría el día que, aceptando el ofrecimiento y el desafío, colgaron la copia de un paisaje, que me había “animado” a pintar.

Un gesto que seguramente Raúl no imaginó nunca yo le agradecería cincuenta años después, ya que si bien la anécdota parece menor, hoy se acrecienta como un gesto solidario y generoso que describe la personalidad de un hombre y un artista.


La vida, casi medio siglo ya, nos conectó en la suma de otros gestos que invariablemente fueron ratificando su condición humana ejemplar e intransferible.

Como artista, este hombre que se llamaba Raúl Rijo, fue creciendo, lenta e inexorablemente, al ritmo de los años, sin prisas, pautando y madurando los tiempos, enfrentando todas sus vicisitudes, con la templanza de quien conoce la profunda condición humana de la existencia.

No forzó nunca esta condición, ni los límites y posibilidades de su vocación artística. Buscó a los Maestros para conocer el oficio: Domingo Giaudrone, Nelson Ramos y Leonilda González, marcaron rumbos en su formación y con la misma humildad y generosidad de su vida, tomó lo aprendido y con ello iluminó ese rincón tan íntimo y personal de su propia actividad creadora.

Un rincón por donde también se filtró la angustia colectiva de un tiempo social oscuro y el hilo fino de una luz que a través del arte apostó a la esperanza. El legado de su obra nos brinda la síntesis de una existencia señalada por la belleza de lo simple y verdadero, sin poses ni simulacros.

Una obra y una vida contenidas en el perfil de una concepción y en la figura de un ser íntegro y ejemplar.

Juan Mastromatteo.

Raúl Rijo
Por Jacinto Dos Santos 

Todos conocemos a Rijo, su familia, sus luchas.

Quien vaya despacito, o no, por Las Piedras, es altamente probable que intercambie un saludo, siempre amistoso, con un Rijo. Todos son amables como Raúl, el primero que llegó a este pueblo, muy joven, y plantó su huella.

Hoy nos ocupa Raúl, el artista plástico, dibujante, pintor, grabador; amplia trayectoria con premios y reconocimientos múltiples.

Ninguna corriente del arte contemporáneo le es ajena. Lo “abstracto”, lo “concreto”, lo “realista”, lo “temático”, lo “matérico”, son campos que le permiten expresarse con seguridad y libertad.

Se puede afirmar que en sus obras no falta el humor; y, algo que es indispensable en los buenos artistas: un fondo ético.

Jacinto dos Santos.