Federico García Lorca, el poeta que sigue latiendo

Diario La R. Grupo R Multimedio.

por Vanessa Martínez

5 de junio de 2025

125 años después de su nacimiento, la voz de Federico García Lorca aún resuena entre nosotros.

Hay nombres que no se apagan con el tiempo. Hay voces que, aunque fueron silenciadas, siguen susurrando con fuerza a través de los años. Federico García Lorca es una de esas presencias inmortales. Poeta, dramaturgo, músico, provocador sin duda, un símbolo. Nació un 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros, un pequeño pueblo de Granada y 125 años después, sus palabras siguen ardiendo con la intensidad del primer día.

Lorca no fue solo un escritor brillante; fue un artista total. Amaba la música (tocaba el piano desde niño) y su oído melódico se cuela en cada verso, en cada diálogo de sus obras. Su poesía está llena de ritmo, de imágenes que golpean el pecho, de metáforas que cortan como cuchillos. La luna, el caballo, la sangre, la muerte. En su universo poético no hay nada decorativo: todo está cargado de sentido, de drama, de emoción pura.

A comienzos del siglo XX, mientras Europa se sumergía en las vanguardias, él recogía la tradición popular andaluza y la transformaba en algo nuevo, salvaje, moderno. “Romancero gitano” (1928) lo convirtió en una celebridad literaria, pero fue con sus obras de teatro como Bodas de sangreYerma y La casa de Bernarda Alba donde consolidó su lugar como un genio dramático sin comparación.

Lorca escribía sobre mujeres atrapadas, sobre pasiones prohibidas, sobre el deseo que no se dice. Era valiente. Era incómodo. Era libre. Y eso, en la España de los años treinta, no se perdonaba fácilmente.

Federico era homosexual, en una época en la que esa palabra ni siquiera se pronunciaba. Su identidad, aunque silenciada en muchos relatos oficiales, está presente en cada rincón de su obra. Sus textos no solo eran literatura: eran resistencia. Una forma de decir “aquí estoy” en un mundo que intentaba invisibilizar a quienes no encajaban en el molde.

Y entonces llegó la tragedia.

El 18 de agosto de 1936, a los 38 años, fue fusilado por fuerzas franquistas al comienzo de la Guerra Civil española. Su cuerpo nunca fue hallado. Lo enterraron en una fosa común, intentando borrar su rastro. Pero lo que no sabían (lo que quizá aún no entienden)  es que los poetas no mueren cuando los matan. Mueren cuando se deja de leerlos. Y Lorca, es ese  andaluz universal, sigue siendo leído, representado, llorado y celebrado en todos los rincones del mundo.

Aunque estamos en plena era digital, cuando los versos se comparten en historias de Instagram y los monólogos se adaptan a podcasts o TikToks, Lorca encuentra nuevas formas de latir. Su obra atraviesa generaciones porque habla de lo humano, de lo esencial: el amor, la muerte, la opresión, la libertad.

¿Quién no se ha sentido alguna vez como Adela, encerrada por los mandatos de una sociedad que castiga el deseo? ¿Quién no ha querido romper con todo, aunque le cueste la vida?

Lorca es pasado, pero también es presente. Y sin duda con los cambios generacionales y mentales estoy más que segura que también será futuro, mientras sigamos leyendo sus versos con el mismo temblor que él tenía al escribirlos. Porque no hay algoritmo que reemplace la emoción de una frase que nos atraviesa. No hay inteligencia artificial que compita con la voz de un poeta que escribió desde el corazón… y fue asesinado por hacerlo.

Hoy, más que nunca, Lorca vive y en este mes donde es de la comunidad LGBT+, considero que es importante resaltarlo, no solo por su cumpleaños o su orientación sexual, sino también por los miles que se refugiaron en sus poemas, por alzar la voz cuando en esos años era imposible.