Ernest Hemingway, sus años en Cuba

por Cynthia Ibatao Ruiz

Diario La R. Grupo R Multimedio. Cultura

27 abril 2025

Entre los años 1940 y 1950, el Premio Nobel de Literatura se inspiró en las costas cubanas para escribir su libro más reconocido.

Pensar en Ernest Miller Hemingway, es visualizar uno de los paradigmas de la literatura universal, específicamente del siglo XX. No hay duda alguna de la magnitud de la obra del novelista nacido en Oak Park, Illinois en el año 1899. Hombre de letras claras y precisas influenciado por la ciencia ficción y las aventuras, y de esta última no solo escribió, sino que las vivió a plenitud.

Basta recordar el año 1918 en un mundo entre contiendas bélicas por el estallido de la Primera Guerra Mundial, Hemingway decide alistarse como chofer de ambulancias en el frente italiano, allí conoció el dolor de la bala siendo gravemente herido, lo que condicionó su regreso a tierras norteñas. Aquella experiencia que no por peligrosa dejaba de ser enriquecedora despertó la musa del genio de las letras y fue la inspiración de su novela Adiós a las armas, donde narra la historia de amor entre el joven soldado Frederick Henry y la enfermera Catherine Barkley.

Lo cierto es que, aunque Hemingway, no fue más que un chofer de ambulancias sí mantuvo un romance con una de las enfermeras que lo atendía convaleciente de su herida en la Italia de la Primera Guerra Mundial. Aquella experiencia le permitió tanto inspirarse como relatar la cruda realidad de la contienda belica.

Como todo aventurero el amor nunca escapó de su ser y fue la fuente primordial de sus inspiraciones literarias. Así lo sería su matrimonio con Hadley Richardson y el compartir la vida juntos en Francia, adonde labora como corresponsal y comienza a analizar la Europa posguerra, que lo impulsa a escribir la novela Fiesta, que fue publicada en 1926.

Sus amores siempre se vieron afectados por su espíritu aventurero y libre, en los que las cadenas no tenían cabida, así luego de divorciarse contrae nupcias por segunda vez. Pero una nueva aventura frustrará su vida privada, ya que decide cubrir como periodista en la guerra civil española, experiencia que despertó la musa de su novela, Por quién doblan las campanas.

Así su amor carnal siempre es superado por el aventurero, capaz de hipnotizar con sus letras, al más pasional o al menos sentimental. Cuatro matrimonios, cada uno con un espacio especial en su ser, le valieron para enriquecer su alma y su estilo literario único. Con el mundo nuevamente entre guerras, Hemingway es actor presencial de uno de los principales acontecimientos como lo son el desembarco de Normandía y la Liberación de París.

Pero será en Cabo Blanco, Cuba donde el aventurero estadounidense amante de la pesca y la mezcla entre el Sol y el olor del mar Caribe, se inspirará y escribirá la que puede considerarse su obra más conocida y reconocida, El viejo y el mar.  

Hemingway compró un barco en 1934, lo llamó Pilar, y comenzó a navegar por el mar Caribe y llegará a Cuba, isla que lo enamorará con el calor de su gente, no era de dudar su atracción física a hacia la belleza femenina de Cuba. De ahí que el mismo expresara “Yo soy un cubano sato” algo muy significativo y cargado de cubanaía, al decirlo tras recibir el Premio Nobel de literatura por la obra El viejo y el mar.

Hoy mencionar bebidas cubanas como el daiquirí es una referencia casi obligatoria al novelista que vivió sus obras. El que llegó al Floridita y al probar su bebida típica ya mencionada expresó, “Esta bueno, pero lo prefiero sin azúcar y con ron doble” inmortalizando así la bebida como el daiquirí Hemingway o el Papa Doble.