Damaso Antonio Larrañaga: Uno de los pioneros claves de la historia uruguaya

Diario La R. Grupo R Multimedio.

por Vanessa Martinez

20 de mayo de 2025

 

Forjó los cimientos de la educación, la ciencia y la cultura nacional con una visión que aún resuena en el Uruguay.

Dámaso Antonio Larrañaga, nacido en Montevideo el 9 de diciembre de 1771, es una figura capital en la historia uruguaya, tanto por su erudición como por su entrega a la causa pública. Hijo de Bernardina Pires, criolla emparentada con Artigas y de Manuel de la Regana, un vasco cabildante, Larrañaga desarrolló desde temprano una vocación humanista que lo llevó por múltiples caminos: la religión, la ciencia, la política y la escritura.

Su formación comenzó en el Convento de San Francisco, donde también estudió Artigas. Aunque inicialmente pensó en la medicina, optó por la carrera eclesiástica, que completó en el Real Colegio de San Carlos en Buenos Aires. Allí presentó, junto a Gregorio García de Tagle, una tesis que demostraba su vasto conocimiento en diversas disciplinas científicas, influenciado por pensadores como Descartes, Newton y Franklin. Se ordenó sacerdote en 1798 en Río de Janeiro, donde su pasión por las ciencias se consolidó.

A su regreso a Montevideo en 1799, fue nombrado capellán de milicias. Más tarde, como teniente cura de la Iglesia Matriz, participó activamente en la construcción del templo y ofició el casamiento de Artigas. Su compromiso patriótico se evidenció en las Invasiones Inglesas, durante las cuales asistió a los heridos con dedicación y en su intervención en campañas de vacunación cuando la vacuna antivariólica llegó a la región.

El 21 de septiembre de 1808, participó del Cabildo Abierto que dio origen a la primera Junta de Gobierno local. Su apoyo al ideario artiguista le valió el exilio en 1811 tras la Batalla de Las Piedras. En 1813, representó a la Provincia Oriental en la Asamblea Constituyente de Buenos Aires, llevando consigo las Instrucciones del Año XIII. Aunque fue rechazado, logró que se reconociera el derecho oriental a participar en la representación política, un logro crucial en tiempos de centralismo porteño.

Uno de sus aportes más duraderos fue la creación de la primera biblioteca pública del país en 1816, iniciativa que propuso y dirigió él mismo. Este proyecto no solo simboliza un compromiso con la educación sino que sentó las bases para lo que sería la Biblioteca Nacional del Uruguay. Ese mismo año rechazó el cargo de revisor de El Periódico Oriental, enfocándose en proyectos sociales como la fundación de la Casa Cuna y la Escuela Lancasteriana.

Larrañaga fue un pionero de las ciencias naturales en el país. Identificó numerosas especies vegetales y animales, usando los sistemas de clasificación de Linneo y Jussieu, y colaboró con naturalistas de renombre como Bonpland y Saint-Hilaire. Sus estudios abarcaban desde geología y paleontología hasta apicultura y arboricultura. Fue también el primero en identificar restos fósiles del extinto armadillo gigante y registró meticulosamente sus observaciones en diarios científicos.

En el plano político, fue senador por Montevideo desde 1830 hasta 1835, donde impulsó leyes en favor de la abolición de la pena de muerte, la emancipación de los esclavos y la creación de cátedras precursoras de la Universidad de la República. En 1832, fue designado Vicario Apostólico, y en 1837 presidió la comisión organizadora del Museo Nacional de Historia Natural.

Durante la Guerra Grande, con salud y vista deterioradas, se retiró a su quinta cerca del arroyo Miguelete. Allí escribió su Diario de La Chácara, testimonio final de su incansable actividad intelectual y espiritual. Falleció el 16 de febrero de 1848. Fue despedido con honores por ambos bandos enfrentados en la guerra, prueba del respeto unánime que supo ganarse.

Dámaso Antonio Larrañaga permanece como un símbolo del saber comprometido con la patria, un hombre que puso la ciencia, la educación y la fe al servicio del pueblo.