Rafael Viñoly, arquitecto descollante de la cultura rioplatense
(1944-2023)
Entrevista al Arq. Salvador Schelottoi

El Arq. Salvador Schelotto es docente, investigador, fue dos veces Decano de la Facultad de Arquitectura, también se desempeño como Director de Vivienda en el último gobierno del Frente Amplio. A él le pedimos una reflexión sobre la trascendencia de su colega Rafael Viñoly, a quién conoció de cerca.
Roberto Saban¿Que significó Rafael Viñoly para la historia de la arquitectura rioplatense?
Salvador Squelotto: Considero que es uno de los arquitectos globales más relevantes del último tercio del siglo XX y de lo que transcurrió de este siglo. Desde el Río de la Plata se proyectó a escala global, al radicarse en los Estados Unidos a fines de los años 70, pero ya era una figura descollante en esos momentos.
Recordemos que Rafael Viñoly, si bien nació en el Uruguay y siempre mantuvo vínculos familiares, de amistad y profesionales con nuestro país, desde el punto de vista de su formación y de su desarrollo como técnico, es un arquitecto argentino.
Su significado para nuestros países se podría considerar en dos fases: la primera, en su etapa formativa y de trabajo en Buenos Aires, la segunda en su proyección global. En la primera fase, desde muy joven se destacó por su amplio conocimiento de las herramientas del proyecto, su profunda base cultural y su creatividad. Integró como estudiante primero y luego como asociado, uno de los equipos de proyecto más destacados de la llamada “Escuela de Buenos Aires”, el de Justo Solsona y sus socios, con obras en la Argentina y Uruguay. Luego, en su fase más internacional, en la medida que su nacionalidad era conocida, su prestigio contribuyó a la valoración de la arquitectura de estas latitudes.
RS: ¿Lo conociste personalmente? ¿En qué circunstancias?
Más allá de haber presenciado presentaciones y conferencias de Viñoly como asistente en seminarios y bienales, tuve el privilegio en 1998 de acompañar a Mariano Arana como Intendente en una gira por los Estados Unidos y Canadá. En esa oportunidad, estando en la ciudad de New York visitamos el enorme estudio de Rafael (sede de su firma “Rafael Viñoly architects”, que tiene sedes en varios continentes) en esa ciudad en el Lower Manhattan, en un enorme edificio industrial reciclado.
En esa oportunidad pudimos conversar con él y sus colaboradores, conocer proyectos realizados y en proceso y vimos trabajando a decenas de personas; en particular nos llamó la atención un muy interesante taller de maquetas. Posteriormente, en una de sus frecuentes visitas al país, conseguí convencerlo que viniera a nuestra Facultad a dar una charla a los estudiantes, y fue una instancia muy valiosa, dado que él encaró esa charla como una conversación, no mostró imágenes. Se ubicó en el estrado del salón de actos solamente con una silla y abordó, con la solvencia de siempre, algunos tópicos de la arquitectura actual.
¿Cómo se llega a ser un arquitecto global?
Creo que es el resultado de una combinación de factores. Son varios los y las profesionales que conocemos en estas latitudes que se han proyectado hacia espacios extra regionales y globales gracias a su tesón, su buena formación, sus capacidades y el saber aprovechar oportunidades. En alguna medida, con otras condiciones, eso no es un tema nuevo, ya que desde las décadas del 20 y el 30 del siglo XX, los arquitectos uruguayos tuvieron un papel relevante a nivel internacional. Baste pensar en la formación de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos, fundada en Montevideo, pasando por la participación de Julio Vilamajó en el diseño del edificio sede de las Naciones Unidas en New York o las obras de Román Fresnedo Siri en los Estados Unidos y el Brasil, entre otros.
Proceso que llega hasta nuestros días; citaré, por ejemplo, entre tantos colegas dispersos por el mundo, a Jimena Sellanes y José Masena, joven pareja de profesionales que luego de participar en proyectos de estadios mundialistas en Brasil lo hicieron para Qatar, radicándose en ese país por un largo período. En primer lugar, pesa y mucho la formación.
Nuestras Facultades principales en la región en Montevideo de la Universidad de la República, en Buenos Aires en la Universidad de Buenos Aires y me animo a señalar también en Santiago de Chile (originalmente la de la Universidad de Chile, luego también la Católica), son muy fuertes en la formación técnica y proyectual y sus egresados se desempeñan en los más variados contextos. A la formación inicial hay que sumar la capacidad de actualizarse, el tesón y la pasión por el desarrollo profesional, el compromiso con el trabajo y finalmente la posibilidad de aprovechar oportunidades tales como la presentación a concursos o la realización de posgrados fuera del país.
¿Qué obras de Viñoly te parecen las más notables para tu gusto personal?
Viñoly ha sido muy prolífico y diverso en su labor proyectual, desarrollada a lo largo de décadas, con decenas de obras de gran calidad. Sin lugar a dudas, la obra que trascenderá largamente es el Forum de Tokio, una gran pieza de arquitectura de fuerte impronta urbana, organizada en torno a un gran espacio central de una sutil geometría, proyecto que ganó por concurso.
En nuestro país, que afortunadamente tiene varias obras de su factura, podríamos citar, desde su temprana colaboración con Solsona, el complejo Terrazas de Manantiales (cuya vigencia luego de cuatro décadas es total), luego ya en este siglo, la estupenda terminal de pasajeros del aeropuerto de Carrasco y el edificio Acqua en Punta de Este. Son tres ejemplos soberbios, a los que podemos agregar el puente en Laguna Garzón (polémico en su proceso de decisión, no en su calidad de diseño) y el edificio Plaza Alemania en la Rambla Sur.
Sus diferentes proyectos para San Rafael forman parte de otra polémica en la que la figura de Viñoly se vio envuelta, quizás más por factores extra arquitectónicos que por su rol de proyectista.