Arte y vino: el vino se convierte en la décima musa del arte
VINOSELECCIÓN
14/12/2023
Arte y vino han sido cómplices en la producción artística desde tiempos remotos. Si cada una de las nueve musas griegas inspiraba a una rama creativa, podríamos considerar al vino como una décima y omnipotente musa. Su influencia ha quedado patente en todas las manifestaciones del arte, desde la pintura o la escultura hasta las composiciones musicales.
In illo tempore
La cultura del vino deja su rastro ya en el arte de las primeras civilizaciones. Los vestigios arqueológicos, escritos y enseres recuperados nos dan una idea de la importancia cultural que tenía en esos tiempos.
Se han encontrado tablillas de alrededor del 3000 a.C. que hacen referencia a la viticultura y la producción de vino en Mesopotamia.
Los sumerios y babilonios tenían deidades asociadas con el vino y lo consideraban una bebida digna de dioses.
En el Antiguo Egipto, papiros y objetos como jarras con el nombre del cosechador forman parte de los ajuares funerarios encontrados en las tumbas de los faraones. Sabemos, por la interpretación de algunos jeroglíficos, que allí el vino era una bebida de lujo reservada para las clases altas.
En Grecia y Roma, en cambio, el vino era algo cotidiano, con presencia en cada acontecimiento social y religioso. Los griegos veneraban a Dionisio (Baco en la mitología romana), dios del vino, y tenían festividades en su honor. Desde esas antiguas bacanales hasta nuestros días, el vino ha protagonizado escenas que han inspirado a artistas de distintas disciplinas. Hagamos un recorrido por las más destacadas.
Vino y pintura
El lienzo ha sido testigo del romance de la pareja “vino y arte” desde sus inicios. Eso sí: la representación pictórica del vino evoluciona como lo hacen las técnicas y el propio mundo.
Las distintas maneras de plasmarlo reflejan la cambiante visión de la sociedad hacia el vino y su consumo. Mientras que en los murales persas o egipcios los artistas lo integran en escenas de carácter divino o elevado, avanzando en el tiempo se representa como algo habitual.
En el impresionismo, por ejemplo, se convierte en un elemento de placer y relajación. Obras como «El almuerzo de los remeros» (1881) de Renoir capturan la alegría de compartir vino entre amigos en un ambiente festivo. También a finales del siglo XIX, Vincent van Gogh pinta varias naturalezas muertas que incluyen botellas de vino, junto con paisajes como «El viñedo rojo cerca de Arlés» (1888) que nos transportan a la belleza de las viñas.
El vino y el arte se tornan caleidoscópicos en los movimientos contemporáneos. Picasso en “La bouteille de vin” (1922) o Juan Gris en “Bodegón con botella de Burdeos” (1919) sintetizan botellas de vino con elementos como copas, frutas o periódicos dispuestos en un espacio abstracto.
¿Y si tuviéramos que elegir un cuadro en el que se aúnen el carácter divino y humano del vino, lo mitológico y lo costumbrista, lo trascendente y lo chabacano? Sin duda, esa obra maestra sería “El triunfo de Baco” (1629), de Velázquez.
Vino y escultura
Las esculturas del dios del vino, Dionisio o Baco según sea la mitología griega o romana, son símbolos perdurables de la celebración asociada con esta bebida. También hoy encontramos figuras íntimamente ligadas a lo enológico, como Vinea, la semidiosa que preside Bodegas Museum, en Cigales, obra del escultor Víctor Fernández Ochoa.
Vino y música
No obstante, el vino trasciende los pigmentos y la piedra. Desde el acto tercero de la ópera bufa «Falstaff» (1893), que ensalza los placeres del vino, o el brindis de “La Traviata” (1853) –ambas de Verdi— hasta las canciones populares contemporáneas que celebran su esencia, la música ha encontrado en el vino una fuente rica en emociones y narrativas.
Por ejemplo, la célebre cantata “Carmina Burana”, de Carl Orff (1937) es una oda al placer, el vino y el engaño. Pero también hay referencias al vino en canciones comerciales. ¿Quién no conoce «Red Red Wine» de UB40 o “Amor al vino”, de Celtas Cortos?
Vino y literatura
El vino aparece profusamente en la literatura, tanto en poemas de amor como en reflexiones filosóficas sobre la vida y el placer. En “La Odisea” su presencia es constante, a veces como alimento, otras como símbolo de hospitalidad y las más como sustancia adormecedora de la lucidez. Las obras de autores como Omar Khayyam, en su «Rubaiyat», todo un canto al vino y la belleza, o la oda al vino de Horacio en la antigua Roma reflejan la inspiración y el amor por el vino. Amor que no cesa en nuestros tiempos. Basta con saber que Pablo Neruda también compuso una oda a esta bebida.
El arte en las etiquetas del vino
No siempre es el vino el que deja su impronta en el arte. A veces el influjo es el contrario. Para hacer las botellas más atractivas y atraer a los consumidores, algunas bodegas recurren a artistas para el diseño de sus etiquetas. Y estas se convierten en verdaderas obras de arte.
El diseño artístico se emplea para comunicar la identidad, la calidad y la historia detrás de cada botella. Las etiquetas más impactantes no solo atraen visualmente, sino que también pueden convertirse en piezas de colección.
La bodega francesa Château Mouton Rothschild ha colaborado con pintores famosos cada año desde 1945 para crear etiquetas únicas. Salvador Dalí, Pablo Picasso, Andy Warhol y Jeff Koons son solo algunos de los artistas cuyo trabajo ha adornado las botellas.
En España también tenemos numerosos ejemplos. Jean Leon, en el Penedès, imprime arte (Mariscal, Guinovart, Tàpies, Subirachs…) en las etiquetas de su Vinya La Scala Cabernet Sauvignon Gran Reserva, que sólo sale en algunas añadas. “La primera vinya” una pintura al óleo sobre tela de August Rosell, ilustra la añada 2016. Marqués de Riscal, por su parte, se asoció con el arquitecto Frank Gehry para diseñar su bodega en La Rioja, y Gehry también contribuyó con el diseño de una etiqueta con su distintivo estilo arquitectónico para una edición especial de su vino.
Tanto el arte inspirado por el vino como las etiquetas diseñadas por artistas reflejan que la simbiosis entre ambos universos funciona desde el alba de los tiempos. El arte y el vino forman, sin duda, una pareja muy bien avenida.